Con la implementación de un esquema de flotación administrada, el Gobierno nacional puso fin a las restricciones cambiarias que rigieron durante más de una década. El nuevo sistema establece una banda entre los 1.000 y 1.400 pesos por dólar, con una devaluación mensual controlada del 1%. El objetivo es aportar previsibilidad, corregir distorsiones y facilitar el ingreso de divisas al circuito formal de la economía.
La medida forma parte de un acuerdo financiero más amplio, que incluye asistencia internacional y apunta a estabilizar las variables macroeconómicas. Para el mundo empresario, representa un cambio de reglas de juego que impacta directamente en la capacidad de proyectar, invertir y crecer.
En este contexto, la industria energética recibe el nuevo escenario como un impulso largamente esperado. Vaca Muerta, una de las mayores reservas de shale del mundo, podrá operar ahora en un entorno más claro y competitivo. El acceso sin restricciones al mercado de cambios permitirá importar tecnología, planificar obras de infraestructura, cerrar contratos en divisas y agilizar el giro de utilidades, factores clave para atraer nuevas inversiones.
El levantamiento del cepo también fortalece la posición negociadora de Argentina en el comercio internacional. Abre la puerta a esquemas de exportación más estables, proyectos de plantas de GNL y acuerdos de largo plazo para la venta de gas y petróleo a mercados externos.
Pero el impacto no se limita a las grandes operadoras. Toda la red de pymes, contratistas y prestadores de servicios que integran el ecosistema productivo de la cuenca neuquina encuentra en esta etapa una oportunidad concreta de crecimiento. Rubros como transporte, construcción, logística, mantenimiento, alquileres, hotelería y servicios técnicos están en condiciones de expandirse junto con la actividad energética.
La expectativa empresaria es clara: con reglas más simples, un tipo de cambio más realista y menos trabas burocráticas, Argentina vuelve a encaminarse hacia una lógica de desarrollo basada en la producción y la generación de divisas genuinas. Y en ese camino, Vaca Muerta está llamada a jugar un rol central.
Con mayor previsibilidad y mejores condiciones para invertir, la principal formación no convencional del país refuerza su papel como motor del crecimiento. En este nuevo escenario, el desarrollo energético vuelve a perfilarse como una de las claves para el despegue económico de la Argentina.
